febrero 14, 2009

Y sin embargo se mueve: Galileo Galilei


Galileo Galilei
(15 de febero 1564 - 8 enero 1642)


Sentencia del Tribunal de la Suprema Inquisición contra Galileo Galilei, dado el 22do día de junio del año 1633

Siendo el caso que vos, Galileo, hijo de Vincenzo Galilei, un florentino, de 70 años de edad, fue denunciado ante este Santo Oficio en 1615:

Que sostuvo como cierta la falsa doctrina de que el sol es el centro del universo e inmóvil, y que la Tierra se mueve, y con un movimiento diario. Que sobre esto mantuviese correspondencia con matemáticos alemanes…

Que el sol sea el centro del universo y no se mueva de su lugar es una proposición absurda, y filosóficamente falsa, y antes herética; siendo expresamente contraria a las Sagradas Escrituras: que la tierra no es el centro del universo ni inmóvil, sino que se mueve, con un movimiento diario, es igualmente una proposición absurda y falsa, y considerada en teología un error en fe…

Invocando entonces el Santísimo Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, y de su Gloriosísima Madre María, siempre Virgen, como nuestra sentencia definitiva, establecida en los tribunales por consejo y opinión de los Maestros Reverendos en teología y doctores de ambas leyes, nuestros Consejeros, presentamos estas escrituras, en la causa ante Nosotros, entre el grandioso Carlo Sinceri, doctor de ambas leyes, procurador fiscal de este Santo Oficio por una parte, y en la otra parte vos, Galileo Galilei, culpable, aquí presente, confeso y juzgado:

"Nosotros pronunciamos, declaramos, sentenciamos, que vos Galileo,

Sigue leyendo "y sin emabargo se mueve, Galileo Galilei...



por lo deducido durante este juicio, y por vos confesado sospechoso de herejía por este Santo Oficio, de haber creído y sostenido una doctrina falsa, y contraria a las Sagradas Escrituras, por las cuales: el sol es el centro del universo e inmóvil, y que no se mueve de este a oeste, y que la Tierra se mueve y no es el centro de universo, y que esta opinión haya sido defendida como probable después de haber sido declarada y definida como contraria a las Sagradas Escrituras, en consecuencia hace merecedoras todas las censuras y penalidades de los Cánones Sagrados y otros Decretos, generales y particulares, impuestos y promulgados contra tales ofensores. De los cuales Nosotros establecemos que su persona no deberá ser absuelta si, antes que todo, de corazón sincero y con sincera fe, no abjura, condena y reprueba los antes mencionados errores y herejías, y cualquier otro error o herejía contrario a la Iglesia Católica Apostólica y Romana, de la forma en que lo requerimos.

Y al final de este, su grave error y trasgresión, no quede enteramente impune y sea mas prudente en el futuro, como un ejemplo para otros de abstenerse y evitar ofensas similares, Ordenamos que por edicto público el libro de Diálogos de Galileo Galilei sea prohibido, y condenamos a su persona a prisión de este Santo Oficio mientras sea Nuestra voluntad; y como penitencia deberá recitar por espacio de tres años, una vez a la semana, los Siete Salmos Penitenciales, reservándonos la facultad de cambiar, moderar, o eliminar cualquiera de las antes mencionadas penas y penalidades.

Pronunciamos, declaramos, ordenamos, condenamos y reservamos por derecho esta u otras medidas.

Ita pronunciamus nos Cardinalis infrascripti.
F. Cardinalis de Asculo.
G. Cardinalis Bentivolius
D. Cardinalis de Cremona.
A. Cardinalis S. Honuphri.
B. Cardinalis Gypsius.
F. Cardinalis Verospius.
M. Cardinalis Ginettus





Galileo en el Santo Oficio


Abjuración

Yo, Galileo Galilei, hijo de Vincenzio Galilei de Florencia, con 70 años de edad, llamado ante este tribunal, y arrodillado ante Uds., Eminentes Reverendos Cardenales, Inquisidores de la republica Cristiana ante la depravación de la herejía, ante mis ojos lo más Santos Magistrados, y tendiendo a ellos mis manos; juro que siempre he creído, y creo ahora, y con ayuda de Dios creeré en el futuro todo lo que la Santa Católica y Apostólica Iglesia sostiene, predica y enseña.

Y dado que, después de haber sido llamado por este Santo Oficio a abandonar enteramente la falsa opinión de que el sol es el centro del universo y que es inmóvil, y que la tierra no es el centro del mismo y se mueve, así como tampoco sostener, defender ni enseñar de manera alguna, ni oralmente ni en escritura, la mencionada falsa doctrina; y después de haber recibido una notificación de que dicha doctrina es contraria a las Sagradas Escrituras, yo escribí e hice imprimir un libro en el cual hice mención de la ya condenada doctrina, y argumenté a su favor, sin llegar a solución alguna:

He sido juzgado sospechoso grave de herejía, esto es, de haber mantenido y creído que el sol es el centro del universo e inmóvil, y que la Tierra no es el centro del mismo, y sí se mueve.

Deseando remover de las mentes de sus Eminencias y de todos los Cristianos creyentes esta vehemente sospecha razonablemente concebida contra mi, yo abjuro con sincera fe de corazón, repruebo y detesto dichos errores y herejías, y en general cualquier error o acto contrario a la Santa Iglesia Católica. Y juro que en el futuro no diré o sugeriré ni oralmente o de escritura cosas tales que hagan caer sobre mi sospecha similar; y si conozco algún hereje o sospechoso de herejía lo denunciaré a este Santo Oficio, o al Inquisidor del lugar en el que me encuentre.

También juro prometo adoptar y observar las penas que han sido o me sean impuestas. Y si contrario cualquiera de estas dichas promesas, o palabras dadas, (¡que Dios me perdone!) yo me entrego a las penas y penalidades que por los Sagrados Cánones y otros Decretos son impuestos y promulgados contra los ofensores. Ayúdenme Dios y los Santos Magistrados, que ahora toco con mis propias manos.

Yo, Galileo Galilei, he abjurado, jurado y prometido, y apegándome a lo dicho, y tomándolo como verdad, con mi propia mano entrego el presente sumario de mi abjuración, que he recitado palabra por palabra.

En Roma, en el Convento della minerva, el décimo segundo día de junio, 1633.
Yo, Galileo Galilei, abjuro, de mi propia mano.










febrero 09, 2009

CON UN CARAJO, YA ESTAS USANDO MALAS PALABRAS



Escrito por: Roberto Aztlán Camacho Contreras


Es bien sabido que en la sociedad siempre ha existido un semáforo de la moral, un tope o un sensor que nos ha dicho cómo se debe vestir, cómo comportarse, cómo hablar y cómo vivir. Las buenas costumbres. Este modus vivendi impulsado, meramente, por el sector conservador ha sido derrotado poco a poco durante los años. O quizá, mucho a mucho. Y es que si en verdad las llamadas buenas costumbres o buenos hábitos se llevaran a cabo, o mejor dicho, fueran respetadas en todas las personas que conformamos una sociedad, las modas no existieran. Así para resumir el asunto de la manera más corta y bruta.

Una mala palabra, altisonante, obscena o como quieras llamarle, es aquella que no debe decirse por el sentido vulgar o por la ofensa que se le ha designado. Lo que no debe mostrarse en escena, decirlo a los demás; o sea, lo guardas entre dientes y apachurras el estómago. Debido a la discriminación aún existente en el lenguaje, el semáforo moralístico se ha encargado de apartar este grupo de las demás palabras, afeándolas; logrando que la gran mayoría de las personas no vean a estas altisonantes como lo que son: una extensión de nuestro léxico, una forma de enriquecer a nuestra manera el lenguaje que es nuestro, darle nuestro toque personal; una manera de demostrar a los demas, mediante letras, cómo somos. Es parte de nuestra personalidad.

“[...] me pregunto por qué son malas las malas palabras, ¿quién las define como tales y por qué? […] ¿O es que acaso las malas palabras les pegan a las buenas? ¿Son malas porque son de mala calidad, cuando uno las pronuncia se deterioran?”

Así dijo el caricaturista argentino Fontanarrosa durante el III Congreso de la Lengua del año 2004, celebrado en Argentina.

Una mala palabra puede ser una ofensa, como se le ha catalogado como la razón de ser de esta expresión verbal; o no lo puede ser, todo radica en el contexto de la oración y la manera en que la digas. Citemos un ejemplo:

"Irás a un antro, es viernes en la noche. Acompañarás a tu amiga la guapa. Es tu amiga, nomás, no quieres algo con ella porque eres homosexual. Cuando la ves bien arreglada, con una minifalda apretando sus caderas perfectas, una blusita con escote enorme, exclamas: !Puta madre! Qué bien te ves."

¿Es ofensa? Claro no.

A las palabras les podemos dar el significado y sentimiento que queramos, aún cuando exista algo predeterminado para estas. Es una de las características más agradables del lenguaje, sobre todo del español mexicano. Hay que ser flexibles, usemos las palabras que queramos y démosle el sentido que más nos convenga. No importa que algunos las vean como vulgares o feas. Se tú y ya.

Y si no te gusta, chíngate.


febrero 05, 2009

Ojalá nunca te calles. Loaeza a Vicente Fox.


"debemos de tener talento para tener estrategias correctas, y ahí ustedes van a saber mejor que los mismos candidatos qué es lo que más contento y satisfecho deja al ciudadano, qué es lo que más les podemos decir para seguir contando con su respaldo, para poder seguir contando con su confianza''
"Ustedes saben bien eso; estos seis meses tienen que andar en la calle, no en el escritorio, no en la oficina, ahí encárguenle a alguien la oficina, yo la encargué por seis años, la oficina ahí en los Pinos, a alguien, pues es tiempo de estar con la gente. Ahorita es cuando y ahí hay que repetir una y otra vez nuestros mensajes''
Vicente Fox a los Alcaldes panistas (31-ene-09)
Defintivamente son estas declaraciones cinicias y dañinas las que afectan al pais, pero tambien son las que nos hacen abrir mas los ojos y reafirmar nuestro compromiso con al movimiento Obradorista, porque es por Fox por quien nos hemos dado realmente cuenta de la magnitud del fraude electoral del 2006 y por Fox por quien tenemos un referente del presidente que no queremos nunca mas. Salvemos a Mexico!!
Escrito de Guadalupe Loaeza (julio 2006)



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