octubre 15, 2011

LOS PLUTARCOS Y SUS 3 SABADOS DE GLORIA (2° PARTE)



Escrito por: Jorge Enrique González Castillo

Sintió un escupitajo en la cara. Sería el primero de varios en pocos minutos al día siguiente del sepelio de su hijo Plutarco, el muchacho que por putos seis mil pesos y tres sábados gloriosos dejó la vida embarrada frente al volante de un coche blanco que ni era suyo ni sería taxi ni aquí ni en la Riviera Nayarit.

La madre de Plutarco sólo faltó a trabajar el martes, cuando sepultaron a su hijo. El lunes oscureciendo se fue a arreglar la casa de la cuñada para velar al muchacho, a poner la olla de café, a comprar pan, alcohol.

Tuvo más fuerzas que el padre. Cuando entró la caja de presunto sicario a la pequeña sala de la casa se tragó el llanto y fue a ver a Plutarco. Tomó la mano muerta del muchacho largo rato, muda de lágrimas y palabras.

–Pendejo –gritó desgarrada, sus ojos puestos en los ojos muertos.

–Putos –volvió a gritar viendo al piso y se fue a servir café a los pocos familiares y amigos que los acompañaron en el velorio.

“Pero tú qué me has dado, todo lo perdí por ti… sólo me has hecho sufrir”, empezó a oírse en el estéreo de la sala la voz de Paulina Rubio acompañando a Los Tigres del Norte. Una vez. Otra. Otra. Mil veces. Bajita. Toda la noche, la mañana, hasta la tarde que salió Plutarco directo al panteón sin misa de cuerpo presente.

Al ritmo de la canción el dolor de mil muelas se le anidaba en las huesos, en los ojos, en los pulmones, en el aire que saca por la nariz y traga por la boca. Un dolor que la siguió taladrando esa noche y la mañana del miércoles que se presentó a limpiar la casa de la familia con la que había trabajado los últimos diez años.

–Comprenderás que no puedes seguir trabajando en esta casa formada por valores. Mis hijos y nosotros mismos debemos estar lejos de las malas influencias –dijo la señora de la casa y le impidió el paso. Primer escupitajo.

–Sabemos que tienes gastos por lo que pasó a tu hijo. Acepta esto como ayuda y liquidación por lo que estuviste con nosotros –puso en su mano un pequeño sobre amarillo. Segundo escupitajo.

Antes de cerrar la puerta le preguntó por qué no reprendió a Plutarco cuando empezó a tener dinero que no justificaba con su trabajo. Tercer escupitajo.

La madre de Plutarco desandó sus pasos hasta la avenida donde tomó una combi de regreso a su casa.
“Pero tú qué me has dado, falsas promesas de amor”, repicaba la canción en su cerebro aturdido por los mil dolores de muela juntos.

–Valores… –se dijo en voz alta. Los pasajeros se dirigieron miradas entre sí.

Recordó el pequeño departamento de la San Antonio en la que vivía la familia que la acababa de despedir. Dos recamaritas para dormir parado. Tenía un coche viejo, no conocía los aviones. Iba una vez por semana porque no podían pagarle más. Pero un nuevo trabajo del padre en gobierno les cambió la vida a todos. En un año tenían un coche y una camioneta de agencia. Después viajaban a Disneylandia con los niños, a Las Vegas con los compadres y a Los Ángeles con diputados y funcionarios por la Feria de Nayarit en California. Compraron una casa de cinco recámaras y gimnasio. Ahora ella iba seis veces por semana a limpiar esa linda casa de “una familia de valores” que nunca indagó de dónde salía ese dinero que no justificaba con su trabajo.

Ella no entendía cómo en dos años tenían tantos bienes. Le llamaba la atención que en la nueva casa fueran instaladas 18 pantallas de televisión de distintos tamaños.

¿Por qué ella debió reprender a Plutarco si ni oportunidad tuvo de saber que estaba gastando algo no proporcional al ingreso de un trabajo honrado? Sus patrones hasta presumían su casa, sus coches y sus nuevos negocios y nadie debía preguntarse de dónde provenía tan repentina riqueza. ¿Del trabajo como director adjunto del único que trabajaba en esa casa?

Bajó de la combi en la Cruz Roja, de donde caminaba a su casa.

“Pero tú qué me has dado, golpes en el corazón…”, seguía el sonsonete en su cerebro, el dolor en el aire, en las uñas, en el sudor de la mañana.

Atravesó la calle y quiso entrar a Chedraui. Abrió el sobre entregado por su patrona. Cuatro billetes de 50 pesos. Cuarto escupitajo.

No tenía maldita idea de cuánto era justo que le dieran como liquidación por diez años de trabajo, pero 200 pesos era una humillación extrema en una familia que hablaba de valores y sugería frases para promoverlas entre las familias de la ciudad a través de los anuncios espectaculares y mensajes de televisión.

Tuvo el impulso de volver a la casa que debió limpiar ese día, regresarle los 200 pesos a la mujer que asistió a cinco cursos de Desarrollo Humano y escupirle cuatro veces la cara. Cinco, si se podía.

No tenía a qué entrar al supermercado. Siguió su camino. Atravesó la vía del ferrocarril, el alma en harapos. Ida de la mente. Sacó unas monedas y compró un chicle a un viejo orate y apestoso, para apaciguar el sabor amargo en su lengua.

A unos pasos de la vía, un muchacho pelos parados, cinto piteado, se acercó a la mujer y le dio un papel mientras le hablaba.

–Yo sé quién mató a su hijo –por mil pesos lo quebramos. Cuando los tenga me llama.

El pelos parados corrió sin dejar ver su cara grasosa. Ella regresó a la vía. Vomitó. Aire y un poco de líquido amarillo amargo hasta las lágrimas.

–Dame una semana y consigo dos mil –le gritó al muchacho que ya no estaba.

Siguió caminando, el cuerpo en automático, sin alma.

–Sicaria… –oyó una voz infantil, lejana, rebotando en los abandonados carros de ferrocarril.

–Sicaria… –escuchó más cercana la misma voz.

–Sicaria… –susurraron a su oído.

Quiso saber quién le hablaba. Sus ojos se encontraron con la nada, borroso el mundo.
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Nota de autor: Esta historia me fue compartida por la familia del muchacho caído en esta guerra sin fin. He cambiado nombres y lugares para proteger su identidad y por lo tanto su seguridad.

(El autor de este artículo, Jorge Enrique González Castillo *,
es publicista, editor, periodista y encuestador nayarita)


NOTA RELACIONADA CON: LOS PLUTARCOS Y SUS 3 SABADOS DE GLORIA (1° PARTE)



octubre 10, 2011

CARTA A UN PANISTA




Por: Jaime Cervantes Valdez/Admin
facebook.com/jcervantesvaldez



Amigo Manuel:

No alcanzo a comprender porque de tu defensa al presidente, y te lo digo porque podremos ver a 5 años de gobierno que Felipe Calderon que:

1.- En seguridad no ha logrado instaurar la paz, al contrario la inseguridad se ha disparado a niveles exorbitantes a partir de hace 5 años, nadie es culpable más que la administración en turno. Al final de cuentas esa premisa los mismos panistas la utilizaban contra Cárdenas, contra AMLO y contra Ebrard cuando el DF ERA la ciudad más violenta del país, y jamás vi a ningún Jefe de Gobierno culpar a los gobiernos priistas, al contrario se ocuparon y lograron reducir el delito con reformas progresistas.

Tan están mal que nada menos ayer la PGR admitía que de cada 100 detenidos en la "guerra" contra el Narco solo se consignaban a 12, mientras que con Fox se consignaba a 14 de cada 100... Es decir disminuyo la media.

2.- No han logrado frenar la pobreza, al contrario, la pobreza en México de 2007 a 2010 subió de 48 a 52 millones según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, mientras que el número de personas vulnerables por ingreso pasó de 4.9 millones en 2008 a 6.5 millones en 2010. Se observa que 28 millones de personas tienen carencia por acceso a alimentación, lo que representa un aumento de 4.2 millones en dicho periodo.

3.- en lo referente a los empleo, en el país se vive en una crisis de desempleo, el presidente nos dice que ha creado miles y miles de nuevos puestos de trabajo, pero no nos dice que de cada 100 empleos generados se pierden 80.

Y como me sé sus discursos y respuesta, y sé que se pretextara que esto es a consecuencia de la Crisis Económica Mundial sufrida en 2009 y con una recaída en la actualidad. pero ante esto siempre pregunta y nunca me responden: ¿Porque mientras México se hunde en una crisis económica avasallante, los países de América Latina tienen un latente crecimiento económico y esta crisis mundial a ellos ni les quito el sueño?, ¿porque será?... ¿también son humanos sus presidentes no?

Alude a una crisis monetaria que no deja avanzar, pero no se inmuta en gastar 60, 000, 000,000 millones de Dólares en armamento para una guerra que no termina. ¿Sabías que en el año 1995 salimos de una crisis mucho peor con solo el 30% de lo que actualmente se ha gastado en esta guerra?... Se escuda en una falta solvencia económica para brindar los servicios básicos pero aun así protege a sus amigos y aliados, la elite empresarial, que le deben al país miles y miles de millones de dólares en impuestos que nunca pagan, y no les pedimos más de lo que por ley deben de pagar como cualquier humilde trabajador.

Estimado Fernando, mis posturas no "surge(n) de un sentimiento de derrota" de mi candidato, si fueras observador te darías cuenta que yo no soy un obradorista empedernido, sí, soy militante de un partido político afín a AMLO sin embargo no comparto las actitudes que este personaje tiene. Mis posturas críticas vienen a raíz de varios factores:

Por un lado la indignación de ver un país derrumbarse, la rabia de ver un país donde ya no puedo salir como antes, la impotencia de ver los oídos sordos de un señor que se dice presidente, el coraje de ver que de seguir así no podremos darle un futuro mejor a nuestros hijos. Soy un militante de la izquierda, comparto ideas y posturas con todos los tipos de izquierda, desde la electoral hasta la radical y eso me enorgullece a plenitud, se reconocer los aciertos de un gobernante y lo he demostrado en infinidad de ocasiones aun cuando me llamen traicionero a la "causa".

Por último, y volviendo al inicio, si el Ejecutivo Federal se siente incapaz de llevar al país por un rumbo bueno y pretexta que es humano entonces recomendaría armoniosamente que SI NO PUEDE, QUE RENUNCIE EL SEÑOR PRESIDENTE.



octubre 05, 2011

LOS PLUTARCOS Y SUS 3 SABADOS DE GLORIA



Por Jorge Enrique González Castillo

A sus 43 años era un hombre de güevos. Nadie lo había visto llorar. Sufría, pero no lloraba. Ni cuando lo abandonó la primera novia, allá en la infancia. Ni cuando murieron sus padres.

Ese día fue distinto. Lloró como niño. Golpeó con los puños, hasta sangrar, la pared de la funeraria cuando le entregaron en su féretro de sicario a su hijo, a dos meses 14 días de cumplir sus 18 años de edad. Sólo pudo ver sus ojos cerrados, porque una cachucha azul marino cubría su cara, o más bien lo que quedó de su cara por dos balas expansivas que entraron por la cabeza y salieron por la boca. Vio esos ojos que un día tuvieron cara, y se tiró a llorar.

Su hijo se llamó, o se llama, no sé cómo es correcto decir, Plutarco. Como él, como su abuelo.

Plutarco terminó con buenas notas la primaria. De la secundaria sólo terminó primero y ya no regresó en segundo. A los 16 embarazó a una muchacha de su edad y se la llevó a vivir a la casa de los Plutarcos, como la conocían en la colonia Gobernadores. Su hijo se llamó también Plutarco.

Desde que se llevó a su mujer a casa de los Plutarcos tuvo que trabajar: En un expendio de cerveza, en un Oxxo, lavando carros, de peón a veces. En promedio recibía 580 pesos a la semana. Algunas veces llegó a ganar un poquito más. Para mal comer. Ni para los méndigos pañales alcanzaba. Menos para las caguamas.

Plutarco no tenía muchas maneras de mejorar su economía. Se la hacía imposible volver a la escuela. O trabajaba o estudiaba. Tenía que trabajar. Me van a disculpar la ironía, pero no tuvo parientes políticos para que lo basificaran en el Gobierno del Estado. Tampoco podía aspirar a una notaría o permiso de taxi de fin de sexenio, como otros.

El sábado después de la chamba un primo le invitó una buena borrachera. Comieron mariscos en un botadero del Libramiento. Lo invitó a trabajar. Dos mil pesos a la semana. Carro. Celular. Pistola. Trabajo fácil. Nada de violencia. Ir, ver, avisar. Ése era el trabajo.

“No me contestes hoy, dime el sábado que viene”, le dijo el primo cuando lo dejó en su casa a bordo de una Toyotita 2002, estéreo chingón, música perrona de los Tigres, bajita para no hacer escándalo, para no llamar atención.

“Estás pendejo, te van a matar. Tú qué sabes de esas cosas”, le dijo el domingo su mujer cuando veían una película de El Santo.

“Si te cuidas a lo mejor no te pasa nada”, le dijo el lunes después de platicarle que en Liverpool había visto una carreola.

“Prométeme que no vas a tocar la pistola”, le pidió el martes después que le dijo que en diciembre podían ir de vacaciones con su hermana a la Riviera Nayarit, donde trabajaba de camarera en un hotelito de un empleado municipal que en tres años logró hacer un capital respetable para hacerse empresario.

“Con tu primer sueldo me compras un celular”, le pidió el miércoles.

Los siguientes días ya no hablaron del nuevo empleo. Como que ese silencio era un pacto sólido entre los dos.

Ese sábado el primo lo buscó a la una en la salida de su trabajo. Lo llevó a una calle de la colonia Amado Nervo. Le dio las llaves de un coche blanco modelo 2006, lavadito, recién encerado, aroma a canela y manzanas en el interior, buen estéreo. Un celular Nokia. Y una pistola.

“A mí ni me conoces. Te van a llamar. Te dirán qué hacer. Tú reportas al teléfono de donde te den las órdenes. Alguien te pagará los sábados temprano. Dos mil pesos como quedamos. No hagas pendejadas, sólo lo que te pidan”, le dijo el primo y se fue.
Tomó el carro y lo estacionó afuera de su casa.

La historia que contó a todos fue sencilla y creíble: a un compa del gobierno le habían dado 10 permisos de taxi en Tepic y la Riviera Nayarit y él sería chofer de uno. Esa carro que traía lo iban a pintar para tales fines. No sabía si rojo o amarillo.

Para ocultar la pistola no tenía problemas. Siempre había usado camisa desfajada. No tenía ni puta idea cómo manejarla pero le daba una emoción de vértigo meterse al baño y verla, olerla, apuntar como si tuviera a un pendejo enfrente.

No recibió llamada ni sábado ni domingo ni lunes. Hasta el martes como a las cuatro de la mañana. Se comió una galleta Emperador, un trago de Pepsi y se salió. Regresó como a las 11 de la mañana. Nada le dijo a su mujer y ella tampoco preguntó. A partir de ese día iba y venía. Sólo él sabía qué hacía, de ello no decía media palabra.

El sábado llegó a las 3 de la tarde. “Vámonos a comer”, le ordenó a su mujer. Se fueron al botanero. “No alcanzaremos a comprar el celular ni la carreola”, le dijo y se la llevó a Ley a comprar pañales, galletas y salchichas. Agarró una botella de Presidente para que se diera un lujito su abuelo. Y unas caguamas para él.

Tres sábados chingones. A muchos puede parecerles poca cosa, pero Plutarco nunca pudo darse esos lujos. Ni su padre. Ni su abuelo. No alcanzaba para el celular de la mujer ni para la carreola del niño, pero había comida, pañales y unos tragos. Eso, créanmelo, es un sábado de magnate para la gran mayoría en este Nayarit al que, como dice un antigobiernista del Face, todavía no se le nota o no todos se lo notan, pues.

El tercer sábado de dos mil pesos se llevó al botanero al papá, al abuelo, a dos hermanos y a la mujer.¡Cómo no lo iban a querer! Nadie sospechaba nada y si sospechaban se hacían pendejos. Sólo el abuelo le dijo que ya que estuviera el taxi listo le iría mejor. “Porque hay taxistas que hasta chingaderas reparten y les va re bien”, comentó entre broma y en serio después de la tercera y penúltima cerveza.

A las 6 de la tarde ya estaban en la casa. Poco después de las siete recibió una llamada y salió a la calle. Nunca regresó.

Le llamaron a su celular el domingo por la tarde y no contestó. El lunes unos conocidos llevaron a la casa de los Plutarcos un periódico. Se lo mostraron a la mujer sin mediar palabra. “Le destrozaron la cara”, decía el titular. Fueron al ciber para ver las fotos de la Internet. Era el coche blanco de Plutarco. Y la camisa a cuadros con la que había salido el sábado.

Velaron a Plutarco en la casa de una hermana del padre, en una colonia de Xalisco. Su familia sabía que el carro blanco no era taxi pero nadie quiso saber más. Sabían que lo habían matado de esa manera por razones obvias. Tenían miedo que en el velorio llegaran y los rociaran de balas, como ya había pasado aquí y en otros estados, según los noticieros de la tele.

Lo velaron, lo sepultaron y se encerraron a piedra y lodo. Nadie ha tocado su puerta. Ni la policía para investigar las razones de la muerte de este muchacho que por putos seis mil pesos y tres sábados gloriosos dejó la vida embarrada frente al volante de un coche blanco que ni era suyo ni sería taxi ni aquí ni en la Riviera Nayarit.

Nota del autor: Esta historia me fue compartida por la familia del muchacho caído en esta guerra sin fin. He cambiado nombres y lugares para proteger su identidad y por lo tanto su seguridad. Se autoriza su reproducción sin permiso expreso.



(El autor de este artículo, Jorge Enrique González Castillo *,
es publicista, editor, periodista y encuestador nayarita)



octubre 03, 2011

EL MUNDO EN MINIATURA (COMENTADO)




-Video Textual-

Si pudiéramos reducir la población de la Tierra a una pequeña comunidad de sólo 100 personas manteniendo las proporciones de hoy en día, sería algo como esto:

- 61 asiáticos.
- 13 africanos
- 12 europeos
- 8 norteamericanos
- 5 sudamericanos y caribeños.
- 1 de Oceanía.
- 50 mujeres, 50 hombres.
- 47 viven en un área urbana.
- 9 son discapacitados.
- 33 son cristianos (Católicos, Protestantes, Ortodoxos, Anglicanos y otros)
- 18 son musulmanes
- 16 no son religiosos
- 14 son hinduístas
- 13 practican otras religiones
- 6 son budistas.
- 43 viven sin sanidad básica.
- 18 viven sin una fuente de agua potable.
- 6 personas poseen el 59% de las riquezas de la comundidad.
- 13 están hambrientos o desnutridos.
- 14 no saben leer.
- Sólo 7 tienen una educación de nivel secundario.
- Sólo 12 tienen un ordenador
- Sólo 3 tienen conexión a internet.
- 1 adulto de entre 15 y 49 años tiene VIH Sida
- La aldea gasta mas de 1.32 trillones de dolares en gastos militares
- Y tan solo 100 billones en ayuda al desarrollo
- Si tienes comida en tu nevera, una cama para dormir y un
techo sobre tu cabeza, eres más rico que el 75% de la población mundial.
- Si tienes una cuenta en el banco, eres una de las 30 personas más ricas del mundo.
- 18 luchan para sobrevivir con U$S 1 por día o menos.
- 53 luchan para sobrevivir con U$S 2.

los números son más fríos que las palabras, ver que la religión más poderosa políticamente no es la mayor en número, ver que los norteamericanos no son tantos como pareciera y aun así hablamos su idioma, somos igual número de mujeres y hombres más sin embargo la desigualdad persiste, son el mismo número de discapacitados que norteamericanos más sin embargo a los primeros nadie los escucha, 43% de la población mundial vive sin sanidad mientras que el 6% se apodera de más de la mitad de la riqueza que se genera por todos los humanos, se gastan millones de millones en armamentos mientras más del 70% de la población sobreviven con 2 dólares o menos al día... ¿DONDE ESTA LA IGUALDAD QUE OFRECE EL CAPITALISMO?

Pero este video tiene su lado negativo, siendo un video por internet donde lo veremos los pocos con internet, y por ende los "afortunados" nos invita a valorar lo que tenemos, a conformarnos con lo que tenemos porque a otros les va peor, no nos invita a reflexionar sobre la desigualdad del mundo, no nos invita a buscar alternativas para que no sean solo 6% los que disfruten de la riqueza mundial, que seamos todos los que disfrutemos. Es necesario usar los números para concientizar sobre el mundo en que vivimos pero también para concientizar sobre lo que DEBEMOS CAMBIAR.



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