Cuando Gustavo Madero, presidente nacional del PAN, y
Enrique Peña Nieto, presidente de la República nos indican categóricamente que
en sus respectivas propuestas de reforma energética no se plantea la venta de “ni
un solo tornillo de PEMEX” no están mintiendo, es raro, pero dicen la verdad en
ese apartado. Ni la propuesta energética
del PAN, y mucho menos la del PRI-Gobierno plantean la venta, propiamente dicha,
de la paraestatal.
Pareciera que después de intensos sondeos han caído en la
cuenta que las malas experiencias de las ventas totales de paraestatales como
TELMEX o INMEVISIÓN llevadas a cabo durante el sexenio salinista –y la
posterior crisis económica- siguen más que presente dentro de la memoria y el
ideario colectivo. Así, una propuesta en la que se incluyera la venta total o
parcial de PEMEX estaba más que condenada al fracaso y una posible
desestabilidad política. Esto ha conducido principalmente al Gobierno Federal a desistir de una agresiva
reforma energética, y presentar una propuesta que a la vista de los mercados internacionales,
ávidos por entrar en el sector petrolero mexicano, son “moderadas e
insuficientes”.
El revés del Gobierno Federal por una reforma energética
tal como lo exigían los mercados internacionales, y tal como lo había prometido
Peña Nieto en sus giras por Estados Unidos y Europa hace escasos algunos meses,
ha trasformado todo el escenario para el conflicto de la que los medios
internacionales llaman “la madre de todas las batallas” entre las distintas
visiones sobre el futuro de México.
Así, en este nuevo contexto, nos encontramos al
presidente de la República, a sus secretarios de Estado y a los tecnócratas neo liberales enalteciendo la figura del Gral. Lázaro Cárdenas del Rio, ex presidente que
pareciera que en los últimos 30 años había sido enviado al basurero de la
historia por los gobiernos neo-liberales condenándolo al olvido gubernamental,
para convertirse meramente una bandera
de lucha de los movimientos de izquierda. O a los dirigentes del PRI llamando a
movilizaciones nacionales en defensa de PEMEX y de la propuesta energética del
presidente Peña Nieto.
Mientras la izquierda que ha sido incapaz de lograr tanto la unidad política, como una propuesta consensuada de reforma energética, se encuentra enfrascada bajo un discurso idéntico
al utilizado en el año 2009 contra la otrora reforma energética propuesta por el
entonces presidente Felipe Caderón. Está misma no ha logrado comprender que con la moderada
propuesta de Peña Nieto –si se compara con lo esperado- el contexto y escenario
se han trasformado radicalmente, que ya no es la privatización o no de PEMEX lo
que se disputa, sino que es el destino de la renta petrolera que genera PEMEX y
su posible repartición de utilidades con empresas privadas. Por esa razón, hoy de forma casi surrealista vemos tanto spots de los
partidos de izquierda, como del mismo poder ejecutivo llamando a la “NO
privatización de PEMEX”.
Pareciera pues que a la izquierda se le ha difuminado el
enemigo a vencer: la privatización de PEMEX. Y no han sabido encausar la lucha
contra dos embestidas neoliberales un tanto más sutiles: 1) Privatización propiamente
dicha de la energía eléctrica y 2) la disminución porcentual en términos reales de la renta
petrolera.
A diferencia de las reformas aprobadas en los últimos 8
meses, la Reforma Energética no fue presentada por el Pacto por México en
conjunto, sino por cada actor por separado. ¿A grandes rasgos que exponen las
propuestas de reforma energética en el rubro de hidrocarburos de los 3 principales
partidos políticos?
El concepto clave de la propuesta del Gobierno Federal es “contrato de riesgos”, Peña Nietro propone modificar el artículo 27
constitucional no para insertar la opción de concesiones –tipo televisa-, sino
para eliminar la prohibición de que PEMEX celebre contratos en lo que se
refiere a extracción de hidrocarburos.
Con estos contratos, las empresas privadas de forma autónoma explorian el
territorio nacional en búsqueda de petróleo, y en caso de encontrarlo sería
PEMEX –siendo propiedad de la nación- quien lo venda, pero bajo un contrato de “repartición de utilidades” entre la
empresa privada y la paraestatal. Las ganancias pudieran –según la reglamentación
secundaria- repartirse por ejemplo 50% y 50% entre las dos empresas, aunque a
las empresas privadas se les cobraría el respectivo impuesto sobre su ganancia.
PEMEX arguye que las utilidades pagadas la dicha empresa privada entrarían en el concepto de "costos", y tomando en cuenta que la renta petrolera no es otra cosa más que la ganancia resultante entre valor de la venta menos los costos para producirlo, se puede afirmar que nominalmente la "renta petrolera" queda en un 100% en manos de la nación, aunque en términos reales los costos tenderían a aumentar y la renta petrolera a disminuir. La defensa de esta propuesta es que en el régimen actual, PEMEX contrata empresas de perforación y en caso de no encontrar petróleo, PEMEX tiene correr con el total de los riesgos -costos- de la perforación fallida. En esta propuesta la inversión privada es a través de PEMEX.
PEMEX arguye que las utilidades pagadas la dicha empresa privada entrarían en el concepto de "costos", y tomando en cuenta que la renta petrolera no es otra cosa más que la ganancia resultante entre valor de la venta menos los costos para producirlo, se puede afirmar que nominalmente la "renta petrolera" queda en un 100% en manos de la nación, aunque en términos reales los costos tenderían a aumentar y la renta petrolera a disminuir. La defensa de esta propuesta es que en el régimen actual, PEMEX contrata empresas de perforación y en caso de no encontrar petróleo, PEMEX tiene correr con el total de los riesgos -costos- de la perforación fallida. En esta propuesta la inversión privada es a través de PEMEX.
Los dos conceptos claves de la propuesta energética del PAN son “concesión”
y “apertura a la competencia”. Si
bien el PAN tampoco pretende la venta de PEMEX, lo que si busca es que el
sector energético nacional en el área de hidrocarburos se habrá al libre mercado, permitiendo a las empresas privadas trasnacionales -vía concesiones- extraer, procesar y vender el petroleo mexicano,
mientras que PEMEX como empresa del Estado seria un competidor más en el mercado interno. El argumento del PAN, es el que solamente a través de la competencia PEMEX se vería en la
necesidad de mejorar. En esta propuesta la renta petrolera
se extraería del impuesto que el Estado Mexicano cobraría a las empresas
trasnacionales privadas por las ganancias de la venta de petróleo nacional.
Los conceptos claves de la propuesta energética de la Izquierda –aunque no la han dado a
conocer formalmente- son modernización, transparencia y autonomía. La izquierda plantea que PEMEX no necesita inversión privada
de ningún tipo, que es autosuficiente con las ganancias que genera y que la
colocan como la 5ta empresa más rentable de América Latina y la 34 a nivel
mundial. Pero que es necesario darle la autonomía necesaria para que reinvierta
sus ganancias en infraestructura y modernización, que se le dé un régimen fiscal
flexible y se que exista una verdadera transparencia en sus finanzas para evitar la corrupción. en esta propuesta PEMEX mantendría el monopolio petrolero en el
país y se potencializaria como palanca de desarrollo nacional.
Pero lo anterior solamente es un apartado de la reforma
energética, existe otro gran bloque, olvidado por los medios de comunicación nacionales y por los actores políticos, y es el apartado de la Energía Eléctrica, en este tema, el gobierno federal plantea la apertura total del mercado en las principales áreas del sector de Energía. Una propuesta que sin lugar a dudas afectaría directamente el bolsillo de todos los mexicanos y la industria nacional, pero este tema lo vemos en el siguiente artículo.
Pdta: El postergado debate de la Reforma Energética ha
comenzado, pero para el Pacto por México, primero va la reforma político-electoral....
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