febrero 24, 2013

Acerca del cortometraje La Condesa y su estreno





Por Roberto Aztlán Camacho

Uno puede esperar mucho cuando se propone algo de una magnitud que pocos se atreven (y pueden) hacerlo. Lo propuesto de pronto, y tras una fuerte campaña de publicidad, se convierte atractivo y es necesario presenciarlo; ya sea por curiosidad, por estar al tanto de lo que sucede en la ciudad, o por el mismo aprecio hacia lo que se presenta. Las expectativas son tantas y el acto, único en su especie, se llena de aplausos y comentarios positivos. En la ciudad no hay muchos con la osadía de hacerlo. Todo un éxito, es el eco que resuena.

Algo así, me parece, sucedió con el estreno del cortometraje La Condesa. Organizar la presentación de un proyecto audio visual no para un festival artístico, es algo inusual en Tepic. Y para empezar, eso se agradece. No se tuvo que esperar a un evento oficial para mostrarlo, sino que se le tomó al toro por los cuernos y se presentó un fin de semana en uno de los dos cines que poseemos en la ciudad. A la primera pensé que el evento no tendría tanta trascendencia. Suele suceder la poca convocatoria lograda en los eventos de arte a pesar de una larga campaña publicitaria: la masa de Tepic todavía no se  interesa en estos asuntos. Fue gustosa mi sorpresa al ver abarrotada la sala de espera no por el contexto del escenario (cine, fin de semana, películas comentadas y recomentadas en todos los medios de difusión posibles), sino por el cortometraje mismo. Como gran imán ante clavos pequeños, atrajo una enorme cantidad de personas. Pensé en ese entonces que, quizá, se ha iniciado una etapa donde mucha gente, y no el mismo círculo reducido de personas, asiste a eventos de índole artístico. Sin embargo también llegué a otra conclusión que incluye a las amistades de quienes participaron en el corto y el ambiente un tanto chick del asunto. Sea la razón, se presenció una aglomeración inusual. Notar personas sentadas en los pasillos de la sala para presenciar el corto, fue agradable.

Y no dudo que las notas periodísticas y los comentarios al respecto hagan énfasis en esto y lo resuelvan como éxito logrado; el cual, por cierto, se logró si se piensa el éxito sólo por el evento. Sin embargo y como suele suceder, si existe un gran público se concluye que la calidad de la obra es buena. Como cuando alguien va a los tacos o las tortas y percata la diversidad de negocios en un mismo espacio reducido: se dirige uno con quien tenga más clientes (si no estuvieran buenos, no tendría tanta gente comiéndolos. Quien tiene pocos, es porque la comida es mala).  O con la música: si muchos la escuchan también debo hacerlo, y en un extraño silogismo se concluye que es de buena calidad. De la misma forma, por mucho se hablará de La Condesa como el éxito que pocos han logrado. La enorme cantidad de personas que asistieron y le aplaudieron mas no al cortometraje sino al evento.

Hablar de La Condesa  no tardará tanto puesto que, como producto artístico, no proyecta mucho. Al parecer es la misma propuesta de mucho del cine gringo actual: un capricho para mostrar buena producción, jóvenes atractivas y mucha  sangre. Es decir, entretener. El churro dominguero. No hay un planteamiento más hondo.

Para contar una historia es necesario un argumento, el cual carece por completo el cortometraje. Sin trama, la obra cae por sí misma y se pierde eterna en los ojos de quien la presencia y se olvida en el momento justo en que se comenta. En La Condesa no hay historia. Sólo se presenta un escenario donde prevalece lo extraño y la violencia. Termina ésta y termina la obra. No hay trascendencia.

Desde la presentación del tráiler se mostró con buena producción. Y es verdad, la tiene. Y algo más, la fotografía y el sonido: un trabajo excelente. Estos tres elementos le dan algo positivo a la obra. Los tres hacen una mancuerna muy bien lograda. El ambiente se siente realmente auténtico. La Condesa es igual que una mujer seductora que se nos presenta: su atractivo nos impresiona, mas cuando habla todo termina. Quizá para un rato está bien, después ya no. Todavía peor si no sabe hacer el amor, pues los actores de La Condesa dan mucho qué desear. Salvo quien tiene el papel de Ximena quien lo hizo muy bien. Continuando con la metáfora, su actuación es igual a unas cuantas caricias.

Obras así no suelen presentarse en Tepic, y es agradable notar el esfuerzo. Sin embargo ante tal equipo de producción hubiese sido interesante presenciar otro tipo de propuesta. La Condesa, según yo, no pasará más allá del evento. Es decir, del acto social que significa presenciarla. Puede ser un pretexto para salir un rato.

Lo curioso es que, a pesar de presentarse como obra de terror, no hubo momento en que las personas dejáramos de reír. He ahí la importancia de escribir un buen guión.

Debo añadir algo: todo esto lo escribo como mero espectador. Hay que esperar la crítica especializada.

Roberto Aztlán es parte del consejo editorial de Revista Herética. Participante en el taller literario “Los hijos del limo” y lecturas en distintos foros. En sus ratos libres se dedica a los estudios universitarios, a la promoción de la lectura y a hacerle de profesor en una primaria. Su bitácora virtual es:




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