noviembre 18, 2010

REDESCUBRIENDO: El lobo malo y Marcial Maciel






REDESCUBRIENDO

El lobo malo y Marcial Maciel.


Por: José Miguel Cuevas Delgadillo. (http://www.facebook.com/#!/profile.php?id=1027939106)

A través de la historia, en diferentes culturas del mundo, la figura del “lobo malo” ha sido recurrente en las mitologías, cuentos, fabulas y enseñanzas didácticas. Iniciemos nuestro recorrido. En los tiempos bíblicos, Jesús utiliza la metáfora del “lobo malo” para referirse al carácter depredador y voraz de los líderes religiosos de su tiempo. Jesús advierte a sus discípulos: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.” (Evangelio de Mateo capítulo 7 versículo 15). No hay duda, el lobo como animal salvaje es un predador temible. Un buen cazador cuando se trata de conseguir su alimento.

Pero no sólo Jesús utilizó la metáfora. En la Edad Media encontramos una clara referencia a la figura del lobo que encarnaba el mal. El mito del hombre lobo logró tomar posición en la mentalidad supersticiosa de la persona común. En este caso, los hombres lobos eran peligrosos por contar con las atribuciones bestiales y salvajes del predador. Sin embargo, también lo eran por estar poseídos por el demonio en una especie de hechizo maldito. Por tanto, eran violentos y buscaban causar daño a otros.

En el siglo XVIII se hicieron populares los cuentos infantiles, que hoy conocemos en sus versiones diluidas por los hermanos Grimm y la compañía Walts Disney. Así, en el cuento de “Los tres cochinitos”, los cerditos que representan la inocencia y el bien deben cuidarse y al mismo tiempo enfrentar al “lobo malo”. Y qué decir de la popular “Caperucita Roja” que es engañada por un lobo. A continuación presentaré la versión del cuento en una de las muchas versiones que existen de los campesinos franceses. “Había una vez una niñita a la que su madre le dijo que llevara pan y leche a su abuela. Mientras la niña caminaba por el bosque, un lobo se le acercó y le pregunto adónde se dirigía.

–A la casa de mi abuelita –le contestó.
– ¿Qué camino vas a tomar, el de las agujas o de lo alfileres?
–El camino de la agujas. El lobo tomó el camino de los alfileres y llegó primero a la casa. Mató a la abuela, puso su sangre en una botella y partió su carne en rebanadas sobre un platón. Después se vistió con el camisón de la abuela y esperó acostado en la cama. La niña tocó a la puerta.
–Entra hijita.
– ¿Cómo estás abuelita? Te traje pan y leche.
–Come tú también, hijita. Hay carne y vino en la alacena. La pequeña niña tomó así lo que se le ofrecía; y mientras lo hacía, un gatito dijo: ¡Cochina! ¡Has comido la carne y has bebido la sangre de tu abuela!

Después el lobo le dijo: –Desvístete y metete a la cama conmigo. – ¿Dónde pongo mi delantal? –Tíralo al fuego nunca más la necesitarás. Cada vez que se quitaba una prenda (el corpiño, la falda, las enaguas y las medias), la niña hacía la misma pregunta; y cada vez el lobo le contestaba: Tírala al fuego nunca más la necesitarás.”

El cuento sigue con el dialogo conocido de preguntas y respuestas entre el lobo y la niña: “Abuela ¿por qué estás tan peluda?...” ¿Le es familiar esta conducta del lobo malo? A mí sí, me recuerda a Marcial Maciel.



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